Hoy marca un hito histórico para Suecia, ya que formalmente se ha convertido en el miembro número 32 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tras meses de espera y superar diversos obstáculos.
Después de un largo proceso, en el que la oposición de Hungría y Turquía generó demoras significativas, Suecia finalmente ha sido admitida en la alianza atlántica. Esta adhesión consolida su posición como uno de los miembros más recientes de la OTAN, después de que Hungría levantara el último obstáculo.
El primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, viajó a Washington para formalizar la inscripción, subrayando el compromiso del país con la seguridad internacional y la cooperación multilateral.
Suecia se une así a Finlandia, que también solicitó la adhesión a la OTAN, siendo incorporada sin contratiempos. El ministro de Defensa sueco, Pal Jonson, destacó la importancia estratégica de esta decisión, afirmando que «unirse a la OTAN es vital para fortalecer nuestra seguridad y defensa».
En un comunicado de prensa, la OTAN destacó la contribución de Suecia a la seguridad internacional.
«Suecia se unirá formalmente a la alianza de la OTAN el 7 de marzo de 2024, convirtiéndose en el 32º aliado», declaró la OTAN. «Suecia es una democracia fuerte con un ejército altamente capacitado que comparte nuestros valores y visión del mundo. Tener a Suecia como aliado de la OTAN hará que Estados Unidos y nuestros aliados estén aún más seguros».
La incorporación de Suecia a la OTAN se percibe como un avance trascendental para el país, al consolidar la seguridad y la estabilidad en la región del Báltico y el Ártico. Además, supone un renovado compromiso con la cooperación internacional en materia de defensa.
Sin embargo, esta decisión también ha suscitado críticas y preocupaciones en ciertos sectores, que plantean interrogantes sobre el impacto que podría tener en las relaciones regionales y en la política de seguridad sueca.